La Vida Invisible de Addie LaRue fue para mi una de esas señales que me incitó a pensar en los motivos por los que la gente quiere ser recordada. Porque a pesar de no existir estadística sobre el tema, en la antigua Roma el damnatio memoriae era el máximo castigo para los personajes indeseables, en donde se eliminaba toda prueba de vida que recordara al condenado, obligándolo así a quedar en el olvido. Términos como este dejan en evidencia la importancia del ser humano por trascender.

Esta obra maestra de V.E. Schwab es una novela que, al contrario de la mayoría de sus libros, está escrita para un público adulto. En ella se narra la vida de una mujer francesa que a principios del siglo XVIII y siendo muy joven, es obligada a un matrimonio arreglado. Presa de la desesperación por huir de aquel compromiso, cae en una trampa en donde, a cambio de su libertad, es condenada a vivir eternamente y sin ser recordada por nadie.

Esta ficción pone en evidencia lo que sería una existencia sin significado, en donde Addie, la protagonista, está inhabilitada para vivir una vida que trascienda más allá de ella misma y de sus acciones. En donde por más que lo intente, todas las personas con las que se tope o interactúe, la olvidarán en cuanto la pierdan de vista y, en donde sus trazos duran solo unos momentos.

Es una historia que desde el inicio tiene el tono obscuro de una pequeña villa francesa de 1714 y que se mantiene así, desoladora en una trama que se desarrolla con una protagonista solitaria que, olvidada hasta por su propia familia y con una eternidad por delante, decide conocer nuevos territorios, aunque sea incapaz de dejar su huella en ningún lado.

Una trama construida con tanto cuidado que el lector se olvida que es espectador para vivir y sufrir lo que es la falta de un amigo con quien hablar, la ausencia de un amante con quien despertar mañana tras mañana, la nula posibilidad de construir nada para el prójimo y el sueño desesperado por el día de la muerte con un entierro en donde aparezcan las personas en las que tuviste influencia, aquellos que te admirarían si las cosas hubieran sido diferentes.

Es a lo largo de sus páginas cuando valoramos esas cenas diarias y sencillas con el amor de nuestras vidas, los abrazos de las sobrinas que a sus cinco y ocho años nos admiran como si fuéramos sus superhéroes, y las carcajadas que terminan en dolor abdominal cada que podemos reunirnos con nuestros mejores amigos.

Mediante este recorrido apreciamos el valor de estar vivos y de poder dejar huella en los demás, porque al final, de eso se trata la vida. De terminar nuestra historia y de poder ser recordados por lo que cada uno de nosotros decida que quiere ser recordado.

Ya avanzada la historia, Addie escucha que “las ideas son más salvajes que los recuerdos” y así encuentra una forma de engañar a su destino. No será mucho, pero la llenará de esperanza y le infundirá nuevas fuerzas para seguir adelante. Porque “los recuerdos son rígidos, pero los pensamientos son cosas más libres. Ellos echan raíces, se esparcen y se enredan y se liberan de su fuente. Ellos son inteligentes y obstinados…”. Es mediante el arte que la escritora nos devela esta hermosa analogía sobre la grandeza de las ideas. Y entonces, como lector, la ambición de ser recordado evoluciona para convertirse en un proyecto más grande y de mayor impacto.

Trescientos años posteriores al día de su maldición, ya sin esperanza alguna y habiendo olvidado las implicaciones, un joven la recuerda. Es ahí cuando ella vive un reencuentro con el mundo, con el amor y con ella misma.

La Vida Invisible de Addie LaRue es una novela en tono sepia que mediante una explosión de sentimientos, invita a la reflexión profunda sobre el significado que cada uno quiera darle a su vida.

Esta esta es una obra muy recomendable, de esas que quisieras olvidar para volver a leer por primera vez. Y si se topan con alguna edición especial, les recomiendo que la compren, han sacado unas ediciones hermosas por todo el mundo y será un libro que atesorarán mucho. Promesa de lectora.