El Ruiseñor de Kristin Hannah es una obra que honra a las mujeres que han vivido guerras y que, en medio del caos, de la incertidumbre, el hambre y el dolor, siguen sembrando esperanza.

La historia se desarrolla en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, teniendo como escenario principal el pueblo de Carriveau, en donde se narra la vida de dos hermanas, Vianne e Isabelle.

Al inicio de la historia la autora nos deja ver a dos mujeres con personalidades totalmente diferentes, lo cual es muy normal de encontrar en una familia. A lo largo de la vida me he topado con la peculiaridad de la hermana mayor que se caracteriza por ser la introvertida, la intelectual, la precavida, la tímida, la protectora por obligación no por instinto. Es también la más proclive a la búsqueda de estabilidad, de lo seguro. A las hermanas mayores nos aterra pensar en lidiar con circunstancias que se encuentren fuera de nuestro control, por eso tomamos decisiones lo más calculadas y seguras posibles.

Y luego, tenemos a la hermana menor que de entrada cuenta ya con toda la seguridad que le da el ser la segunda, el ser aquella que por lugar de nacimiento siempre se sentirá más fuerte, porque es como si naciera con la fortaleza y la valentía que a la primera le faltó. La segunda tiene un carácter dominante, una mayor capacidad para expresar sus sentimientos. Puede ser la más simpática o la más rebelde, todo depende de los motivos por los que quiera llamar la atención. La segunda es también la protectora por instinto, la que desde pequeña querrá cargar con dos o tres muñecas a la vez, la inconforme, la soñadora.

Esta obra es un relato de como dos mujeres, se enfrentaron con el monstruo de la guerra solas y cada una por su cuenta. De como cada una saca una fortaleza sobrenatural y que parecía hasta inimaginable, para salvarse a ellas, a sus familias y a quienes pueden ayudar en el camino.

Es un retrato de las circunstancias que vivieron muchas provincias europeas en donde la guerra les arrebató a sus hombres y dejó a los poblados solo con las mujeres para sacarlos adelante. Y después, llegaron los soldados de ejércitos contrarios para vivir en sus casas, para comerse su comida, para ser atendidos por ellas y para profanar hasta sus rincones más íntimos. Es en esta circunstancia desesperada y desoladora en donde Vianne e Isabelle encuentran, cada una de una forma diferente, la manera de avanzar en un infierno que las devora y del que la única alternativa es caminar y construir hacia adelante con esperanza porque “el amor tiene que ser más fuerte que el odio, de lo contrario no habrá futuro para nosotros”.

Vianne e Isabelle representan a todas aquellas mujeres que durante la Segunda Guerra Mundial desempeñaron roles clave que ayudaron a salvar vidas y que sus nombres y acciones quedaron en el anonimato. Son solo dos de las tantas y tantas historias de mujeres que formaron parte de la llamada “Resistencia Interior” en donde universitarias, maestras, periodistas, eclesiásticas, amas de casa y otras mujeres participaron en una lucha secreta contra el Eje en el territorio francés.

No existe un número exacto, pero se estima que en Francia sobrevivieron el 80% de los niños judíos gracias a redes de rescate que tuvieron el soporte de ciudadanos no judíos y, de acuerdo con testimonios recopilados, una gran cantidad de los participantes que hicieron esto posible fueron mujeres. Este es uno de los ejemplos de las acciones llevadas a cabo por la Resistencia, a pesar del miedo de perderlo todo.

El Ruiseñor es una ficción histórica hermosamente escrita, de la que disfrutaran los amantes de la novela, y en especial aquellos lectores que tengan preferencias por la novela histórica. Es una obra con personajes entrañables de los que duele separarse al final, y con una historia que deja en evidencia el poco reconocimiento que a lo largo del tiempo se les ha dado a las mujeres que han peleado guerras.

El ruiseñor En El Ruiseñor, Kristin Hannah honra a todas esas mujeres y nos invita a hacer lo mismo desde nuestro presente, nunca siendo demasiado tarde para evocar honor a quien honor merece.