El libro del sepulturero, de Oliver Pötzsch es una novela ideal para esos momentos en donde nos encontramos con un sentimiento de tedio y necesidad de leer algo que nos ayude a desconectarnos, por un ratito, de la realidad.

Es un thriller ambientado en la Viena de 1893, que nos cuenta un momento de la vida profesional de Leopold Von Herzfeldt, un inspector de policía que llega a integrarse al departamento de policía de Viena en un momento de transición hacia los nuevos métodos y técnicas que fueron los cimientos de la criminalística como la conocemos hoy.

La historia da inicio con el brutal asesinato de una mujer joven en el Prater, el parque principal de la ciudad. Y este crimen coincide con la llegada de Leopold a su nuevo cargo en el departamento de policía de Viena. Nuestro inspector protagonista se presenta en la escena del crimen sin ser invitado y comienza a aplicar métodos que para ese momento resultan innovadores y, como suele suceder con la implementación de nuevas metodologías, es recibido con recelo por parte de sus compañeros.

A lo largo de la historia disfruté mucho la ambientación de la ciudad que nos deja ver, de forma muy clara, una urbe en desarrollo a finales del siglo XIX. Una Viena de calles empedradas, de carretas que están a punto de ser reemplazadas por automóviles, de avenidas alumbradas por la primera luminaria pública, de mujeres queriendo sobresalir en un mundo de hombres, de diferencias sociales abismales entre clases y, entre todo esto, de la música que acompaña el día a día de los vieneses en esa época.

 Uno de los escenarios principales de la historia es el Cementerio Central de Viena, que el autor nos deja muy claro que se encuentra lejos de la cuidad. Este cementerio es real y, el distanciamiento que se sentía en ese entonces con la ciudad se debe a un proceso de saneamiento que dio inicio a finales del siglo XVIII, en donde los camposantos se establecieron fuera de las ciudades para evitar el esparcimiento de las epidemias. Esto lo menciono porque el libro también nos deja ver cómo era la muerte en esa época. Mucho menos ceremoniosa que hoy y mucho más solitaria, por lo menos para los estándares latinoamericanos.

La historia cumple con todas las características propias del género. Una novela con misterio, acción, inocencia perdida, riesgo y, la balanza de la justicia y la moralidad. Mientras leía, mi mente viajaba a referencias del detective por excelencia del siglo XVIII, Sherlock Holmes, que era una mezcla de instinto, conocimiento en diferentes áreas y atención en los detalles; hasta la serie de Mindhunter que tiene lugar entre los años 1977 y 1980 y nos cuenta el inicio de la psicología criminal y de la elaboración de perfiles criminales en el FBI.

Pero lo que más disfruté fue que el autor nos narra una época que se siente tan lejana, pero al mismo tiempo tan similar a la que actualmente estamos viviendo en cuanto a avances tecnológicos se refiere.

Dentro de la historia, Oliver Pötzsch nos deja muy claro cómo el señor Von Herzfeldt es un visionario que busca evolucionar la labor policiaca mediante el uso de nuevos métodos como la fotografía y la obtención y análisis de pruebas. Esto en una Viena a la que llegó hace muy poco la electricidad y en donde se acaba de instalar la primera central telefónica. Es decir, nos presenta una ciudad que está cambiando sus formas de hacer las cosas a una velocidad vertiginosa y en donde no todos se sienten cómodos con los cambios. Y ahí creo que hay una similitud enorme con la época que también estamos viviendo después de la pandemia por COVID-19, en donde de una semana a otra, las grandes empresas comenzaron a operar con miles de colaboradores conectados desde casa, los niños del mundo se acostumbraron en poco tiempo a la instrucción a través de una pantalla y, dos años después, seguimos en un reajuste de vida híbrida y avances increíbles en temas de Inteligencia Artificial con la que todos en alguna medida tenemos que empezar a convivir. A pesar de que hay más de un siglo de distancia entre la historia y nuestra realidad, es muy fácil identificarnos con el sentir de los diferentes personajes que están a favor o en contra de las nuevas formas de hacer las cosas.

Una novela que recomiendo para quienes buscan algo para desconectarse y adentrarse a una ciudad del pasado, en donde resulta evidente el gran trabajo de documentación del autor respecto a la época.